En la vibrante escena política de Duitama, un crisol de tensiones y aspiraciones se unió el 24 de junio de 2023. El antiguo representante a la Cámara, Rodrigo Rojas, recibió el tan ansiado aval del Partido Liberal para su candidatura a la Gobernación de Boyacá, cortesía de Jaime Jaramillo y Héctor Chaparro.

Este aval, sin embargo, no vino solo. En su estela, una caravana de otros políticos buscaban también ser bendecidos con el sello de aprobación de Rojas. Entre ellos, destacaban personajes de distintas trayectorias y calibres.

Alexander Serrato, el actual diputado, se presentaba con una mancha en su reputación, vinculado a la Fundación Granito de Mostaza y cuestionado por la calidad de los refrigerios escolares proporcionados.

El abogado Mauricio Barón, un verdadero camaleón de la política, rogaba por su aval. Conocido por su participación en la sanción contra el actual presidente Gustavo Petro, su figura ha estado siempre bañada por la incertidumbre.

El exsecretario de Desarrollo Social y Comunitario de Puerto Boyacá, Jhon Feiber Urrea, también se unió a la fila de aspirantes, a pesar de las acusaciones que pesan sobre él por discrepancias en los contratos firmados para la entrega de mercados a la población vulnerable de su municipio.

Con cada uno de estos personajes, el Partido Liberal parece estar tejiendo un lienzo de contrastes. La postulación de Rodrigo Rojas a la Gobernación de Boyacá se vuelve entonces una prueba de fuego. ¿Entiende acaso el peso de la frase «Dime con quién andas y te diré quién eres»?

Más allá de sus adversarios políticos, Rojas se enfrenta a la percepción pública y a las historias controvertidas que sus aliados traen consigo. Boyacá observa, expectante, cada movimiento en este complejo tablero de poder. El siguiente paso de Rojas será definitorio, no solo para su futuro político, sino también para el retrato de su carácter y su compromiso con la transparencia y la equidad. Es hora de que las sombras se disipen y las luces iluminen la verdadera naturaleza de esta contienda.